Hemos hablado del calostro y de cómo proceder tras un parto para aprovechar todas sus propiedades, pero ése es el final de un largo camino anterior. Para que todo eso ocurra, primero deberá producirse una gestación, bien sea por inseminación artificial o natural y deberemos estar atentos.
Al igual que sucede en los humanos, los animales también cuentan con períodos de mayor receptividad sexual. Se dice que una vaca está en celo cuando su receptividad sexual aumenta, con el fin de facilitar la cópula.
Esto acontece aproximadamente cada 21 días, pudiendo variar desde los 18 a los 24 días entre celo y celo, y dura entre 12 y 18h, aunque también puede variar entre las 8h y las 30h.
Durante el celo, la producción de estrógenos aumenta, de manera que se convierten en la hormona predominante hasta llegar a la ovulación, que se produce entre las 10h y 12h siguientes a la finalización del celo.
Cuando una vaca se encuentra en celo, su comportamiento se ve afectado y es fundamental diferenciar y conocer los signos más característicos de dicho estado. El más evidente es la tolerancia a la monta, pues, como hemos dicho antes, su receptividad sexual aumenta. Por ello, a la hora de ser montada, la vaca permanecerá inmóvil, con la columna arqueada con los cuartos traseros ligeramente levantados y la cola desviada.
La tolerancia a la monta es el único signo seguro de celo. Luego, existen otros signos que varían en duración e intensidad y pueden ocurrir antes, durante o después del celo.
Si bien no son tan fiables como la tolerancia de monta, pueden usarse como pistas para mantener más vigilada a una vaca en concreto y observar si, efectivamente, llega a permanecer inmóvil ante el intento de monta. Algunos de ellos son:
Pero, además, estos cambios del comportamiento vienen acompañados también de cambios físicos que podremos detectar simplemente fijándonos un poco.
En el 90% de los casos, la causa de la mala detección de celos es la técnica empleada, ya sea debido a factores que reducen la expresión de los signos de celo o a una mala observación por parte del ganadero.
En el 10% restante de casos, el problema es el animal y las causas pueden ser múltiples:
Para detectar el celo en una vaca mediante la observación se requiere gran dedicación y mucho tiempo. Como mínimo, serían necesarias tres observaciones diarias de, al menos, 20 minutos de duración y, aún así, únicamente conseguiríamos dectectar como mucho el 80% de los celos, ya que, como hemos visto, hay algunos que tienen lugar durante la noche y otros que pueden pasar desapercibidos.
RUMI se basa en estos parámetros para detectar el celo a tiempo. Al monitorizar en tiempo real el estado del animal, es capaz de registrar la actividad que realiza en todo momento (descansar, caminar, comer, pastar y rumiar).
Sabemos que las vacas en celo incrementan su actividad motriz y disminuyen la ingesta y la rumia. Rumi es capaz de recoger dichos cambios en el comportamiento y, además, tiene en cuenta otros eventos importantes que hayan tenido lugar anteriormente, como la fecha del parto o del último celo.
Gracias a su aplicación propia, el ganadero podrá visualizar todo esto y, con ello, lo que conseguimos es permitirle tanto anticiparse a ellos como poder actuar a tiempo.
Rumi es el Collar GPS Inteligente capaz de detectar el celo y mucho más.
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